Ir al contenido principal

La Manzana Morada

Había una vez, en un país muy extraño, en donde la gente era muy rebelde, un chico que tiró una manzana violeta.
Esa manzana cayó directamente al piso.
Dos semanas después un árbol empezó a salir. Y era muy extraño, como el país. El árbol salía todo curvado. Y había una rama de otro árbol que le impedía el camino hacia la luz, y por eso le costaba crecer.
Entonces, decidió capturar esa rama para lograr avanzar.
De a poquito lo iba consiguiendo. Gracias a que atrapó esa rama se fue enredando y logró subir más.
Finalmente, llegó muy alto y toda la gente del país muy extraño se comía las manzanas moradas. Y tiraban los restos al piso.
Nació así un bosque de árboles morados.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Dragón se quedó sin Pochoclos

(escrito por Valen C. y Sofi) Hace muchos años nació el dragón Pedro, al que todos llamaban Pocho por un motivo que les contaré enseguida. Pedro (Pocho, mejor dicho), era un "distinto". Tenía manchas amarillas en la piel verde y 6 dedos en cada pata. Era raro, porque todos sabemos que los dragones tienen 28 dedos en total, 7 por pata. También Pocho tenía la voz ronca, y no podía gritar. Pero lo más raro de Pocho era que no podía escupir fuego. Por más que lo intentara, el fuego no salía. Durante años probó y probó, sin éxito. De hecho fue a visitar a Merlín, el mago y médico dragónico, quien le dijo que no podía ayudarlo. Fue al psicólogo para que lo ayude, pero tampoco hubo resultado. Entonces fue al gimnasio a entrenar la garganta... Entrenó y entrenó, subió pesas con el cuello, lo estiró, recibió masajes, y volvió a entrenar. Después de un año de fuerte entrenamiento, cuando ya pensaba que todo seguiría igual, pasó algo increíble: hizo fuerza para tirar fuego, co...

Los Caramelos del Ratón Jerry

Había una vez un ratón al que le encantaban los caramelos. Moría por ellos, así que iba por todos lados buscándolos. Un día, caminando por la avenida Santa Fe, se encuentra con un kiosco. Y claro, estaba lleeeeeno de caramelos. No aguantó la tentación y se robó un caramelo. Se lo comió feliz. Al día siguiente, angurriento, robó dos. Se los volvió a comer, mientras el kiosquero se preguntaba qué había pasado. Se dio cuenta un día después, cuando vio al ratoncito llevarse tres. Dos días más y el ratón había robado 9 más. El kiosquero no soportó más la idea y puso una trampa para ratones con un caramelo. El sexto día, el ratoncito cayó en la trampa. El kiosquero lo vio y, antes de sacarlo, le dijo que nunca más robe. El ratoncito entendió el mensaje, y se le ocurrió una idea brillante: aprendió a hacer caramelos!! Le salían tan ricos que todos los niños los querían, pero el ratoncito se ocupó primero de devolver lo que había robado. Finalmente se hizo bastante amig...