Había una vez una isla con muchos monitos. Los monitos comían muchas bananas, ananás y cocos. Al principio, comieron bananas de las palmeras bananeras. Después de unos días no quedó ni una! Entonces, se pusieron a comer los ananás, de las palmeras ananeras. Obvio, se acabaron! Finalmente, empezaron a comer los cocos. Los sacaban de las palmeras cocoteras. Los rompían contra una piedra, se tomaban el agua y con las uñas arrancaban lo blanquito del coco. Un par de días después, no había más cocos en la isla. Y entonces qué podían hacer? Intentaron pescar, pero no pudieron porque no son tan especialistas en eso. No sacaron ni un pecesito. Después cavaron un pozo muy profundo y encontraron gusanos, y también semillas de ananás y cocos. Las plantaron y, mientras esperaban, comieron los gusanos. Un tiempo después aparecieron nuevas palmeras, que dieron frutos. Y así aprendieron que no pueden comer como loco todo lo que hay, sino que siempre tienen que dejar un poquito para el
¡Bienvenido! A los Piccioli nos encantan los cuentos. Hace muchos años que inventamos historias, y se nos ocurrió compartirlas. Qué te parecen?
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