Había una vez una plaza muy linda en donde un grupo de chicos del barrio se divertían todos los días. Esto duró muchos años. Pero los chicos se hicieron adultos, y se fueron del barrio. Veinte años después, se reunieron en la plaza, para recordar. Y lo que vieron no les gustó nada. Todos los juegos estaban rotos: el tobogán, el pasamanos, el subeybaja... Todos. El pasto, lleno de yuyos. Los árboles casi muertos. Y, lo peor de todo, había basura en cada rincón. Basura vieja, y basura nueva. El grupo se puso muy triste. Muy pero muy triste. Hasta que a alguien se le ocurrió una idea genial. Y todos los demás estuvieron de acuerdo. Trabajaron muchísimo durante un fin de semana, y lograron su objetivo: dejar la plaza tan bien como estaba cuando ellos eran chicos. Llevaron a sus hijos, y no tardaron mucho los niños del barrio en acerarse y jugar como si la magia de la plaza nunca hubiera desaparecido.
El problema fue que unos pocos días después hubo una helada y se nos murieron todas las plantitas de tomate!
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