Hace unos cuantos meses, un gusano salió de su cueva a buscar comida, porque estaba preparándose para hibernar. Era otoño y solo quedaban unas plantitas con hojas verdes.
No era un gusano común.
Era un gusano ojolar, de esos gusanos que tienen los ojos muy grandes en las puntas de dos antenitas.
Era de color azul y violeta.
Esos ojos tan saltones le permitían ver a través de las cosas, y el gusano se divertía espiando a las gusanitas.
De tanto espiar, se le vino encima el invierno. Y no había juntado nada de comida.
Pasó un invierno muuuy duro, sin comer casi nada, terminó taaan flaco que aprendió una dura lección: hay que divertirse pero también trabajar.
No era un gusano común.
Era un gusano ojolar, de esos gusanos que tienen los ojos muy grandes en las puntas de dos antenitas.
Era de color azul y violeta.
Esos ojos tan saltones le permitían ver a través de las cosas, y el gusano se divertía espiando a las gusanitas.
De tanto espiar, se le vino encima el invierno. Y no había juntado nada de comida.
Pasó un invierno muuuy duro, sin comer casi nada, terminó taaan flaco que aprendió una dura lección: hay que divertirse pero también trabajar.
El gusano ocular aprendio que es necesario trabajar
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