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Mostrando entradas de diciembre, 2010

El viaje a Mercator

Las cosas que hay que hacer para que las flores tristes se pongan felices. Me voy a hacer el curso de astronauta, con todo el entrenamiento, estudios y prácticas que me marean tanto. Pero después de 2 años logro que me den la llave de mi propia nave para investigar el espacio exterior. Mi nave espacial, el Enterprise Despego de la Tierra rumbo a Betelgeuse. Yo sabía que a pocos millones de años luz de allí estaba Mercator, así que programé el GPS y me fui a dormir. Desperté para aterrizar, y lo hice en el polo en el que las flores crecían. Llegué justo a tiempo. Y pude ver el espectáculo más lindo del mundo. Estaban apareciendo, de a poco, abriéndose, con sus hermosas caras tristes. Hasta que me vieron. Y fue increíble su reacción, tan increíble que tuve que cerrar los ojos. ¿Dejás los ojos cerrados para siempre o los abrís para ver qué pasó?

Flores Tristes

Había una vez un planeta todo marrón, muy pero muy caliente, donde no había vida. El planeta se llamaba Mercator, y estaba cerca de la constelación de Betelgeuse. ¿No había vida en Mercator? Mentira!!! Sí había. En un lugar en el polo norte del planeta, el lugar más frío, algo raro ocurría. Cada año aparecía un poco de tierra verde, en la estación más fresca. Y unos días después (los días en Mercator duran 86 horas), se empezaban a ver manchitas violetas. Siempre, pero siempre, cuando se juntaban las tres lunas en el cielo, las manchitas se convertían en flores. Pero eran flores tristes. Eran las flores más hermosas del mundo. Pero no tenían nadie que las admirara. ¿Irías a Mercator a admirarlas? 1. Sí, me tomaría una nave espacial e iría ya mismo . 2. No, prefiero quedarme leyendo el cuento de Los Caramelos del Ratón Jerry .

Papelito, el hombre de papel y su perro Shuopi

Había una vez un señor de papel llamado Papelito, que tenía un perro muy lindo y chiquito que se llamaba Shuopi. A los dos les gustaba mucho ir a pasear al parque de Papel. Pero Shuopi una vez se escapó y Papelito se enojó mucho mucho. Entonces le puso una correa más fuerte de papel. Y cuando llegaron a su casa Shuopi se fue a su cucha de papel porque estaba enojado con Papelito. Shuopi se durmió mientras Papelito le preparaba su comida. Pero a Shuopi no le gustaba esa comida. Le gustaba la comida de humanos! Papelito no sabía esto, porque nunca se lo había preguntado. Shuopi, cuando se despertó, tenía su comida al lado. Y Papelito había ido de compras. Shuopi entonces se subió a la mesa para buscar comida rica. Cuando Papelito llegó a la casa vio toooodo el desorden de comida y a Shuopi muy gordo. Se enojó y lo retó. Luego Shuopi le contó que no le gustaba la comida que le daba, que quería la de humanos y por eso se comió todo! Y entonces Shuopi y Papelito vivieron felices p