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Mostrando entradas de marzo, 2010

Naturaleza

(cuento y dibujo de Trini) Unas personas no querían la naturaleza, pero otras sí. Los que no la querían, cortaban las plantas. Pero otras plantaban. Pero cuando llegó la primavera no había ninguna planta. como los piratas (a los que no les gusta la naturaleza) duermen toda la primavera, un chico fue y plantó en todos el parque. a la semana siguiente, como el chico regaba y cuidaba muy bien las plantas, crecieron. Y tres meses después estaba todo florecido y los piratas despertaron y dijeron: "Qué pasó acá?????" Fueron por todas las casas a preguntar quién había plantado, hasta que llegaron a la casa del chico, que les respondió: "Plantamos esto porque hay que cuidar a la naturaleza" Pero a los piratas no les gustó nada la respuesta. Entonces el chico comenzó a explicarles que sin naturaleza no hay comida, no hay aire, no hay agua, no hay nada para vivir. Y que todos moriríamos, si no somos nosotros serán nuestros hijos. Ahí los piratas entendieron. Final

La Paloma de la Paz

(dibujo por Marqui, cuento de Trini, Marqui y Leo) Se trata de una paloma que es mensajera, y tiene que llevar un mensaje importante al Emperador. Va viajando y se encuentra con distintos animales, de los que se hace amiga. Hasta que un día se encuentra con un águila, que la persigue por un montón de lugares en redondo hasta que se marea tanto que la pierde de vista. Pero la paloma también se mareó un montón y terminó parada en una rama, al sol, con una flor en vez del mensaje, mientras tres conejitos la miraban. Un conejito era marrón, otro negro y el tercero con manchas negras y marrones. Este le dijo: "palomita, perdiste tu mensaje, se te cayó al piso ahí nomás". La paloma, al principio, no entendió nada. Estaba turuleca. La cabeza le daba vueltas como un trompo. O como un búho. Parecía una calesita sin freno. Y sin musiquita. Al rato, el mundo le dejó de girar. Y escuchó a un conejo hablar. Primero pensó que estaba loca, en dónde hablan los conejos? Solo en

Bárbol y las Cosquillas

Érase una vez un árbol gigante que había nacido hace cientos de años. Tenía tantos, tantos, años que era muy sabio. Y de tan sabio, podía moverse, caminar. Su nombre era Bárbol. Bárbol estaba en un bosque pero cerca de un claro, a donde muchos chicos iban a jugar a la pelota. Un día, a uno de ellos la pelota se le quedó enganchada entre las ramas de Bárbol. El niño subió con cuidado, y con el movimiento de sus piernas y manos le hizo unas divertidas cosquillas a Bárbol. Bárbol se rió en silencio. Era muy sabio, tan sabio como para caminar, pero no tanto como para hablar, o reir con ruido. Esas cosquillas le gustaron mucho a Bárbol. A partir de ese día, cada vez que los chicos volvían a jugar a la pelota, Bárbol estiraba las ramas para atraparla... Y no la soltaba hasta que recibía una buena dosis de cosquillas!!!

La carrera del auto rojo

Había una vez un auto rojo que quería ser corredor de carreras. Era muy chiquito y los papás no lo dejaban. Pasó el tiempo, y más tiempo, y después creció hasta que los papás lo dejaron. Fue a correr carreras y fue ganando todas, todas, todas las que corrió. Hasta que se encontró con "el más rápido". Fue avanzando, avanzando y avanzando hasta que en el final se olvidó de inflar sus gomas. Entonces no pudo avanzar más y vino el equipo de los pits, le cambiaron la rueda y siguió. "El más rápido" estaba casi en el final pero el auto rojo fue a toda velocidad y lo pasó. Y ganó!

La Princesa de Carrara

Un cuento que creamos con una casita de muñecas de nuestros primos en Carrara...

El Dragón se quedó sin Pochoclos

(escrito por Valen C. y Sofi) Hace muchos años nació el dragón Pedro, al que todos llamaban Pocho por un motivo que les contaré enseguida. Pedro (Pocho, mejor dicho), era un "distinto". Tenía manchas amarillas en la piel verde y 6 dedos en cada pata. Era raro, porque todos sabemos que los dragones tienen 28 dedos en total, 7 por pata. También Pocho tenía la voz ronca, y no podía gritar. Pero lo más raro de Pocho era que no podía escupir fuego. Por más que lo intentara, el fuego no salía. Durante años probó y probó, sin éxito. De hecho fue a visitar a Merlín, el mago y médico dragónico, quien le dijo que no podía ayudarlo. Fue al psicólogo para que lo ayude, pero tampoco hubo resultado. Entonces fue al gimnasio a entrenar la garganta... Entrenó y entrenó, subió pesas con el cuello, lo estiró, recibió masajes, y volvió a entrenar. Después de un año de fuerte entrenamiento, cuando ya pensaba que todo seguiría igual, pasó algo increíble: hizo fuerza para tirar fuego, co