Había una vez una ardillita que se llamaba Squeaky. Ella vivía en un árbol muuuy alto de bellotas, y todos los días se comía una gran cantidad en el desayuno. Porque como dicen, "hay que desayunar como un Rey, almorzar como un Príncipe y cenar como un Mendigo". Y a Squeaky le encantaban los dichos. Un día muy frío, el árbol dejó de dar bellotas. Squeaky se empezó a preocupar porque no tenía qué comer. Fue a otros árboles pero no encontró comida que le gustó. Tampoco que encontró comida que no le gustó. Finalmente aprendió una gran lección: comer cinco o seis bellotas por día para poder guardar para cuando hiciera mucho frío.
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