Ir al contenido principal

El Dragón se quedó sin Pochoclos

(escrito por Valen C. y Sofi)

Hace muchos años nació el dragón Pedro, al que todos llamaban Pocho por un motivo que les contaré enseguida.

Pedro (Pocho, mejor dicho), era un "distinto". Tenía manchas amarillas en la piel verde y 6 dedos en cada pata. Era raro, porque todos sabemos que los dragones tienen 28 dedos en total, 7 por pata. También Pocho tenía la voz ronca, y no podía gritar. Pero lo más raro de Pocho era que no podía escupir fuego.

Por más que lo intentara, el fuego no salía. Durante años probó y probó, sin éxito. De hecho fue a visitar a Merlín, el mago y médico dragónico, quien le dijo que no podía ayudarlo. Fue al psicólogo para que lo ayude, pero tampoco hubo resultado. Entonces fue al gimnasio a entrenar la garganta...

Entrenó y entrenó, subió pesas con el cuello, lo estiró, recibió masajes, y volvió a entrenar.

Después de un año de fuerte entrenamiento, cuando ya pensaba que todo seguiría igual, pasó algo increíble: hizo fuerza para tirar fuego, como hacía todas las mañanas ya sin esperanza, y escupió algo! No podía creerlo.

Fue corriendo, saltando, a buscar lo que había salido de su fuerte garganta y se encontró con un pilón de pochoclo dulce... Lo intentó de nuevo, y consiguió más pochoclo, esta vez salado.

¿Y por qué les cuento todo esto?

Porque Pocho trabajaba en un cine, vendiendo pochoclo calentito, tanto dulce como salado. Pero un día se resfrió y no pudo preparar más pochoclo.

Estuvo en cama un mes porque cuando un dragón se enferma, se enferma de verdad. Se sintió muy mal y sufrió mucho.

Mientras tanto, los chicos dejaron de ir al cine. Casi todos iban por el pochoclo de Pocho, y los poquitos que iban por las pelis no querían ir solos.

El dueño del cine se la pasó cuidándolo... Hasta que al fin se sintió bien. Y volvió con todo al cine! Ahora daba más y más pochoclo - por el mismo precio.

Y todos estaban muy felices!

Comentarios

  1. Es genial la idea de los cuentos!! sencillamente genial! muy lindo diseño tb!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La carrera del auto rojo

Había una vez un auto rojo que quería ser corredor de carreras. Era muy chiquito y los papás no lo dejaban. Pasó el tiempo, y más tiempo, y después creció hasta que los papás lo dejaron. Fue a correr carreras y fue ganando todas, todas, todas las que corrió. Hasta que se encontró con "el más rápido". Fue avanzando, avanzando y avanzando hasta que en el final se olvidó de inflar sus gomas. Entonces no pudo avanzar más y vino el equipo de los pits, le cambiaron la rueda y siguió. "El más rápido" estaba casi en el final pero el auto rojo fue a toda velocidad y lo pasó. Y ganó!

Monos Comilones

Había una vez una isla con muchos monitos. Los monitos comían muchas bananas, ananás y cocos. Al principio, comieron bananas de las palmeras bananeras. Después de unos días no quedó ni una! Entonces, se pusieron a comer los ananás, de las palmeras ananeras. Obvio, se acabaron! Finalmente, empezaron a comer los cocos. Los sacaban de las palmeras cocoteras. Los rompían contra una piedra, se tomaban el agua y con las uñas arrancaban lo blanquito del coco. Un par de días después, no había más cocos en la isla. Y entonces qué podían hacer? Intentaron pescar, pero no pudieron porque no son tan especialistas en eso. No sacaron ni un pecesito. Después cavaron un pozo muy profundo y encontraron gusanos, y también semillas de ananás y cocos. Las plantaron y, mientras esperaban, comieron los gusanos. Un tiempo después aparecieron nuevas palmeras, que dieron frutos. Y así aprendieron que no pueden comer como loco todo lo que hay, sino que siempre tienen que dejar un poquito para el

Cachichién el Ciempiés Volador

Cachichién con las patas de tanza Había una vez un ciempiés que caminaba mucho todos los días. Se llamaba Cachicién. Tanto caminaba que fue perdiendo las patas sin darse cuenta. Sin embargo un día, cuando se quedó solo con siete patitas, pensó en ir al doctor. El médico le dijo que le iba a poner patitas falsas de madera. Cachichién en camino al médico Cuando salió muy contento, se cayó de cara en la calle. No podía mover las 93 patitas de madera, estaban todas duras y parecía Pinocho. Volvió arrastrándose al médico, quien le puso las patitas de tanza. Muy contento fue a la calle, pero se le engancharon entre dos adoquines. Tiró, y tiró, y perdío un par de patas. Volvió al médico. Este era muy terco, y estaba decidido a resolver el problema. Entonces se le ocurrió una idea brillante: le puso rueditas al ciempiés! Pero para que no se dé de bruces contra el edificio de enfrente, le agregó frenos. Y como el ciempiés era medio vago y no quería trabajar en las subidas, le puso